«Terrenal, pequeño misterio ácrata», de Mauricio Kartun

En un viejo loteo fracasado Caín, Abel, y su versión conurbana del mito. Caín productor morronero.
Abel vagabundo, vendedor de carnada viva en una banquina del asfalto que va al Tigris.
Hermanos a los sopapos compartiendo ese terreno, su edén ordinario, partido al medio, al que nunca podrán volver morada común: la dialéctica imperecedera entre el sedentario y el nómade. Y Tatita, siempre ausente, que regresa al fin ese domingo melancólico.

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